Tampoco será lo mismo jugar con el submarino amarillo en la bañera, tengo pelo donde antes no tenía.
Y el doctor Beto jamás olvidó a Doña Eleonora, esa misma de los cuentos de Poe.
Para mí quedaron lo impuestos y la incertidumbre del mañana, o debo decir la terrible certidumbre de que mi preciosa ave cantará aquí, allá y donde sea cuando yo no esté.
Creo que en este momento debo retirar el revolver de la bocaza, en su lugar colocar el auricular y gritar...AYUDA!
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