martes, 13 de julio de 2010

Pez

Es mejor de mi lado, donde habitan las serpientes de la sangre, en dolor adormecidas; húmedas en llanto, inmunes al color; llenas de pecado.

Larga vida, inocentes mis aletas, creían que la divinidad de su amor me haría eterno, como la noche agitada que toca mis puertas en lo que parece ser, en la partida, el único regalo/castigo que merezco, en mis últimos segundos de verdad.

Se pierden mis ojos en incontrolables olas que besan el mar, otra mentira, el infinito existía antes del amor, la sed es un ciclo deprimente y la sal, la sal me revivirá. Frío.

Gris, estoy gris; morado, estoy morado.

Aire. Un eufórico grito de asombro, me enseña a respirar sobre la arena. Burbujas y burbujas, me encierran; alguien reza y me pide salir al sol, es muy pronto para secarme, me robaste el cielo, me asesinaste lentamente, me lamento, retorcido, agonizante, porque ya lo sabía, y el conocimiento es dolor.

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