Mientras observaba los dispersos pedacitos restantes de algo que solía llamarse yo, me sacudía brúscamente los polvorientos sueños, es mi ventana peligrosamente abierta la que me hizo notar que aquellos ojos pintados sobre el nublado cielo de enero me miraban con disimulo, había esperado toda la noche, vigilante, consintiéndome, enredando sus manos en mi pelo; en la suave llovizna que caía sobre mis labios sentí los suyos contener la emoción que le provocaba mi devoción y entrega absoluta; nunca una brisa matutina fue tan cálida como aquella mañana, sólo existíamos para acariciarnos, por esa misma ventana la escuché llamarme, con desenfreno giré, para ver sus huellas desvanecerse, casi sin aire me detuve, cansado de haber circulado la tristeza hasta encontrarla, entendí al fin el mensaje, ¿Cómo llegué aquí?, no reconocí aquel lugar, pero eso ya no importaba, porque una solitaria y lejana ribera me reclamaba como su único habitante, mi medular brújula apuntaba con intensidad a la senda invisible que dejó sobre mi corazón el suyo, un eco de risas y treinta dedos jugueteando sobre la arena de abril es todo mi equipaje; enamorado del (de)lirio más púrpura que he conocido tengo vida que entregar......un camino que compartir......
Sumergible
Hace 4 años